La sierra en Sinaloa
Fábrica de pobres y narcos
Hay un grito desesperado en los altos
por el abandono en que se encuentran; explota crisis por la
violencia; estiman que hay entre 25 mil y 30 mil desplazados por los
grupos armados; el Gobierno estatal dice que sólo tiene registrados
cerca de 5 mil
Guillermo Gallardo
Primera de dos partes
(Publicado en el periódico Noroeste)
La sierra ya no aguanta más... Hay un
grito desesperado por la pobreza, la marginación, la violencia
extrema, el narcotráfico y el abandono en que la han tenido
históricamente los gobiernos.
La crisis social en los altos de
Sinaloa ya ha empezado a explotar con los miles de desplazados de
diversas comunidades rurales que prefieren huir del hambre y de los
grupos criminales que controlan esas zonas y se disputan las plazas.
El Estado simplemente fue rebasado por
el crimen organizado.
Los altos de Sinaloa comprenden las
regiones de Choix, El Fuerte, Sinaloa, Mocorito, Badiraguato,
Culiacán, Cosalá, San Ignacio, Concordia, Mazatlán y El Rosario,
las cuales comprenden el 54 por ciento del territorio estatal.
Pero el crecimiento poblacional ha sido
mínimo en estas zonas altas debido a la emigración de sus
habitantes. En algunos municipios, incluso, han disminuido el número
de habitantes por causas de la pobreza y la violencia.
En contrapartida, actualmente en la
sierra sinaloense sobreviven 750 mil habitantes, algunos de los
cuales se dedican al cultivo de mariguana y amapola, otros a la
agricultura lícita de temporal, a la ganadería, a la minería,
comercio y a las actividades forestales.
El turismo es una actividad incipiente
que no ha podido repuntar por la inseguridad y la falta de vías de
comunicación.
De acuerdo con un estudio
socioeconómico realizado por la agrupación Movimiento de la Sierra,
prevalece una baja productividad por la escasa infraestructura y
tecnología.
Los gobiernos se han dedicado
básicamente a apoyar a las localidades de la costa, de las cuales,
cinco municipios detentan el 83.3 por ciento de la riqueza estatal,
siendo Culiacán y Navolato los que generan el 42 por ciento,
Mazatlán el 17.8 por ciento, Ahome el 14.4 por ciento y Guasave el
9.1 por ciento.
Sin embargo, contrasta con los
municipios serranos, que junto con Angostura tienen menos del 20 por
ciento.
En cuanto al PIB per cápita, el
promedio nacional es de 7 mil 107 dólares y el estatal, de 5 mil 874
dólares.
Sin embargo, en Badiraguato, Choix,
Sinaloa y Mocorito sólo llegan a los 2 mil 937 dólares.
“Evidentemente (en la sierra)
predominan la pobreza, la marginación, la migración, la inseguridad
e injusticia, el desempleo y la precariedad, la contaminación y la
destrucción de los recursos naturales, la inexistencia de mercados
regionales, la destrucción del tejido social por la violencia y
deficientes vías de comunicación”, concluye el estudio de un
grupo de especialistas y universitarios.
Actualmente la desocupación en la
sierra alcanza el 60 por ciento de la población económicamente
activa, lo que genera un “cultivo” permanente para que las
personas busquen sustento en actividades ilícitas.
A pesar de esta situación que ya se
convirtió en crisis, el Plan Estatal de Desarrollo de Mario López
Valdez no establece un apartado especial para los altos ni señala
programa integral alguno que detone la economía serrana.
El PED sólo hace alusión a la
actividad minera, la cual, dice, es importante no sólo porque genera
mayor derrama económica..., sino porque crea empleos y desarrollo
socioeconómico en la sierra de Sinaloa.
También, expone, es necesaria una red
de caminos suficientes y adecuada para el transporte de minerales en
las zonas de explotación.
En sus metas, el plan de Malova se
compromete a lograr la instalación de 14 plantas para la pequeña,
mediana y gran minería, además de 20 microplantas.
Juan Guerra Ochoa, Secretario de
Agricultura, Ganadería y Pesca del Estado, aseguró que sí tienen
una política agropecuaria para los altos.
“Ya arrancamos una política para los
altos y que va a madurar en proyectos que incluyen hortalizas,
berrys, frutales, aguacate, café y duraznos”, aseveró.
Sin embargo, a la fecha son casi nulos
los resultados obtenidos en términos globales por el Gobierno
estatal, quien sólo ha realizado acciones aisladas.
Como ejemplo del atraso está
Badiraguato, el cual, según el INEGI, forma parte de los 200
municipios con mayor pobreza en el país, lo que se traduce en graves
problemas de marginación.
Ángel Robles Bañuelos, Alcalde de
este municipio, cuna de narcotraficantes, advirtió del problema de
pobreza en que se encuentran sus habitantes desde la presentación
del Plan Municipal de Desarrollo.
"Badiraguato lo está sufriendo en
todas sus dimensiones, repito, aún cuando sus rezagos son inmensos,
este año el factor poblacional nos lastimó en la cuantía de las
participaciones y fondos federales, ya que según el censo de
población y vivienda 2010 de INEGI, nuestra población disminuyó de
32 mil 695 a 29 mil 999", subrayó a mediados de 2011.
El lamento de los cerros
El investigador Carmelo Galindo López,
dirigente del Movimiento de la Sierra, afirmó que en los altos jamás
han existido inversiones generadoras de desarrollo, empleo e ingreso
que permitan a la gente vivir decorosamente.
“La sierra se ha transformado en una
fábrica de problemas sociales; la gente ya no tiene para comer, el
ganado se está malbaratando por faltas de alimento y agua y los tres
niveles de gobierno no incentivan la creación de empleo e ingresos,
ni se invierte en infraestructura indispensable para la producción”,
subraya el economista.
El investigador indica que los grupos
vulnerables de la sierra viven una marginación mayor que en los
valles y centros urbanos y que ha sido totalmente ignorada por la
política económica y los proyectos de desarrollo urbano y
comunicaciones.
Propuso la creación de una Ley Estatal
para el Desarrollo de la Sierra porque hasta el momento sólo se ha
beneficiado a los vales.
“La sierra adolece de un plan que
permita aprovechar sus recursos naturales y humanos en forma
sustentable. Casi no aparece en los planes de desarrollo estatal”,
asegura.
Los pobladores de la sierra, indica,
aspiran a la igualdad de trato en lo que se refiere al gasto público.
Es necesaria, agrega, la creación de
una comisión para el desarrollo sustentable y un comité para el
empleo y el arraigo en la sierra.
Los desplazados de los últimos meses,
asegura, son la “punta del iceberg” ya que las cosas pueden
empeorar.
“Movimiento de la Sierra lo
pronosticó hace tiempo, pero no se nos quiso escuchar ni entender...
nos ignoraron”, indica.
Detona la violencia
El desplazamiento de habitantes de la
sierra hacia las zonas urbanas se ha dado de manera histórica debido
a la falta de oportunidades de empleo y a la pobreza imperante en
estas zonas.
Pero la situación se agravó debido al
recrudecimiento de la violencia y a la disputa de los territorios por
parte de los cárteles de la droga.
El detonante se dio a partir del 28 de
abril cuando grupos armados se enfrentaron en Choix dejando una
estela de sangre.
Se habla de que en los tiroteos
murieron alrededor de 27 personas. El Ejército entró a la zona y se
enfrentó a grupos armados.
Estas acciones afectaron a comunidades
de El Potrero de Los Fierro, El Pichol, Yecorato, San Simón, Las
Tatemas y Bacayopa, del municipio de Choix.
Otros grupos armados agudizaron la
violencia en Sinaloa de Leyva, Mocorito, Badiraguato, Cosalá, San
Ignacio y Concordia.
Estas gavillas y sicarios del narco
acosaron, asaltaron, robaron, amenazaron y mataron a pobladores de
diversas comunidades, lo que obligó a miles de personas a iniciar el
éxodo hacia la costa.
De acuerdo con datos de la Comisión de
Defensa de los Derechos Humanos, han huido de la sierra debido a la
violencia, entre 25 mil y 30 mil personas.
Tan sólo en Concordia, detalla un
análisis de la CDDH, el Alcalde Eligio Medina Ríos, calcula que a
esa cabecera municipal llegaron cerca de 3 mil personas huyendo de la
inseguridad, cifra que corresponde al 10 por ciento de la población
total.
Saúl Rubio Ayala, Alcalde de Sinaloa
de Leyva, reconoció que hay cerca de 500 desplazados en la cabecera
de su municipio y que otros se encuentran refugiados en Surutato,
Badiraguato, y en Mocorito.
El problema de la violencia se extiende
al menos por las comunidades de Ocorahui, San José de los Hornos, La
Joya de los Martínez, Los Laureles, La Manzana, El Puerto del Golpe,
Los Alamillos, El Pilar, Metatitos, El Potrero de Bernal, Los
Naranjos, Casas Grandes y La Cantera.
El 2 y 3 de mayo, el Presidente de
Mazatlán, Alejandro Higuera, reconoció que al puerto arribaron
alrededor de 2 mil 500 familias (alrededor de 12 mil personas),
situación que rebasa las posibilidades del Ayuntamiento.
Otros más llegaron a Culiacán
procedentes de las comunidades de El Pozo, San Cayetano, Tepehuajes y
Tecomate, sindicatura de Tepuche, pero además arribaron algunos de
Sinaloa de Leyva y Badiraguato.
A pesar de esto, el Gobierno estatal
sólo reconoce que hay alrededor de mil 147 familias de desplazados,
es decir, poco más de 5 mil personas.
Ante el “grito” de los desplazados,
el mismo Gobernador Mario López Valdez, el 14 de mayo, visitó las
comunidades de los desplazados en los municipios de Concordia,
Badiraguato y Choix.
Ahí prometió apoyo, sin embargo, la
ayuda ha fluido lenta, pues hasta la semana pasada sólo habían
recibido “mejoralitos”, sin resolverles el problema de fondo que
es vivienda, salud, educación y empleo.
El martes 3 de julio los gobiernos
federal, estatal y municipal instalaron mesas en la plazuela Rosales,
en Culiacán, para hacer un padrón de las necesidades de
desplazados, pero las víctimas aún claman por despensas y
principalmente por tener un lugar donde vivir y trabajo para
mantenerse.
El clamor de la sierra sigue siendo el
mismo, pues no hay una estrategia global que atienda el problema de
fondo, que es generar desarrollo y seguridad en sus lugares de origen
para que no tengan la necesidad de huir dejando atrás toda una vida.
Urge iniciar proceso de pacificación
A la par del combate a las gavillas y
al narcotráfico, a los gobiernos federal, estatal y municipales les
corresponde iniciar un proceso de pacificación a través de
inversiones públicas construyendo presas, carreteras, hospitales,
escuelas secundarias, preparatorias y profesionales, así como
programas de apoyo para aquellas personas en extrema pobreza.
“Lo que vemos ahora en la sierra con
desplazados, robos y otras expresiones del delito, es una
consecuencia del abandono histórico porque no hay empleo, no hay
dinero ni alimentos, no hay estructura de seguridad pública”,
afirma Galindo López.
Cuando se haya logrado esa inversión y
establecido fuentes de empleo para la mayoría de los pobladores,
entonces volverá la seguridad y las personas de los valles querrán
visitar la sierra y dejar derrama económica a través del turismo
ecológico.
Si en la sierra hubiera empleo
suficiente, inversión, alimentos, servicios de salud, justicia y
educación, y si contara con agua, incentivos para la ganadería y
mercados donde vender los productos, la paz llegaría muy pronto.
Entonces, la zona de los altos sería un detonador de la economía
sinaloense, en lugar de una fábrica de pobres y narcos.
SIDE BAR
El narco, freno al desarrollo
Los orígenes de la siembra de
estupefacientes en Sinaloa data de los años 20-30 del Siglo pasado
cuando se establecieron en Sinaloa inmigrantes asiáticos,
principalmente chinos, los cuales trajeron el cultivo de la amapola
de donde se sacan drogas como el opio, la morfina y la heroína.
Los chinos fueron expulsados del país
en los años 30, pero fue hasta la Segunda Guerra Mundial cuando se
inicia aquí la siembra masiva de mariguana y amapola, luego de que
se interrumpiera el comercio de drogas hacia Estados Unidos por parte
de los pueblos del lejano oriente.
Las mafias internacionales encontraron
en los altos de Culiacán y Badiraguato el clima idóneo para el
cultivo de drogas, aliándose con traficantes mexicanos a los que en
un principio se les llamó “gomeros”.
Estos narcotraficantes lograron amasar
grandes fortunas controlando el “triángulo dorado” conformado
por las colindancias de los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango.
Ya para la época de 1970 estos grupos
controlaban toda la sierra sinaloense, llegando a frenar el
desarrollo de estos pueblos.
Los gobiernos estatales y federales
abandonaron a su suerte a estas comunidades que han sido presas de
grupos armados que controlan los caminos y accesos a los altos.
Fue en el Gobierno de Alfonso G.
Calderón cuando se estableció un plan más articulado para
comunicar la sierra con el valle y llevar satisfactores, pero no se
siguió.
En la administración de Jesús Aguilar
Padilla se anunció un programa denominado “Rescate de la Sierra”,
pero no logró el objetivo principal de “rescatar” a los pueblos
de la mano del narco y de la pobreza. Al final resultó todo un
fracaso.
Hoy los municipios serranos siguen en
el olvido, y lo peor de todo, bajo la amenaza de grupos armados que
se adueñaron del territorio.
Recuadro
Desplazados
Es una masa de personas que abandona
involuntariamente su lugar de origen, dejando atrás raíces, su
espacio social, trabajo y patrimonio. Son obligados a dejar su tierra
por situaciones de violencia o pobreza.
Fuente: CDDH
Aumenta pobreza en Sinaloa
De 2008 a 2010 el porcentaje de
población en situación de pobreza en Sinaloa aumentó de 32.5 a
36.5, y la pobreza extrema subió de 4.5 a 5.1 por ciento.
En 2010 los municipios con mayor
porcentaje de pobreza fueron los municipios serranos de Choix,
Badiraguato, Cosalá, Sinaloa y San Ignacio.
Los más pobres
Choix tiene un 79.1 por ciento de
población en pobreza, le sigue Badiraguato con el 74.8, Cosalá con
el 66.1, Sinaloa con el 63 y San Ignacio con 61.3 por ciento.
Fuente: Coneval