martes, 13 de diciembre de 2011

Parricidio y fratricidio en San Manuel, Eldorado


'Mi vida fue un infierno'


Mario Alberto Coyotl Vidaña revela desde la cárcel que no tuvo niñez por la violencia que sufrió él y su mamá al lado del padrastro; pide perdón por haber matado a su madre y tres medios hermanos; no sabe por qué lo hizo, dice


Guillermo Gallardo
Primera parte

Quien conociera a Mario Alberto Coyotl Vidaña no creería que mató a su mamá y a sus tres medios hermanos, si él no lo hubiera confesado.
Y es que su complexión frágil, delgada, con tristeza en su rostro, refleja el “infierno” que vivió en sus 19 años de vida, recién cumplidos. Parece un niño, evidenciado en su ralo y corto bigote, casi imberbe, pero con un gran peso en su cabeza: el multihomicidio.
Desde la cárcel reconoce que asesinó con una pala a su madre y a sus hermanos, el domingo 23 de octubre del presente año.
“Realmente sí lo hice”, revela el joven durante la entrevista concedida en un área del reclusorio de Culiacán, donde se encuentra confinado desde hace poco más de un mes.
Sin embargo, dice no saber por qué lo hizo.
“Es una pregunta que me hago todas las noches”, responde.
Pero también narra la vida de violencia que tuvo al lado de su padrastro.
“Fue un infierno... No tuve niñez, yo”, lamenta.
Además, pide perdón a su familia, amigos y vecinos de San Manuel.
“Estoy muy arrepentido”, asegura con ojos fijos y saltados, sin llanto.

'A cada ratito me pegaban'


Coyotl Vidaña nació un 27 de octubre de 1992 en una clínica de Culiacán, hijo de María de los Ángeles Vidaña, quien se convirtió en madre soltera.
Supo que tuvo papá biológico, pero no recuerda su nombre.
“Se apellidaba Estrada... Lo mataron a él”, expone.
Fue dos años después de nacido el bebé cuando la joven madre conoce a Gabino Coyotl Martínez, con quien contrae nupcias, realizándose la celebración en la casa de sus padres, en San Manuel, Eldorado, de donde ella era originaria.
La vida transcurre sin mayores contratiempos en el lugar. “Normal”, dice el joven.
Coyotl Martínez le da su apellido al niño Mario Alberto, pero poco a poco empezó a cambiar su actitud hacia el menor, sobre todo una vez que empiezan a tener hijos propios. De este matrimonio nacieron Mariana, Geovani y Jonathan.
“A cada ratito me pegaban, por cualquier detallito. Con lo que encontrara me pegaba mi padrastro”, expone el joven.
La violencia no sólo era contra él. El padrastro, dicen, también golpeaba a su mamá.
El presunto parricida realizó sus estudios de preescolar en San Manuel, pero en ese momento su vida dio un giro cuando Gabino Coyotl traslada a su familia a Puebla, de donde él es originario.
Mario Alberto se empieza a desubicar. Su escuela primaria la pasó entre castigos en su casa, regaños en la escuela, violencia escolar y visitas a sicólogos y siquiatras.
“No sé qué enfermedad tengo, de lento aprendizaje”, expone.
En Puebla concluye la primaria y realiza el primer año de secundaria.
Entonces su padrastro decide regresarse a Eldorado.
“Él decía que cuando nos viniéramos para acá nuestra vida iba a cambiar, que ya no iba a ser la misma, y no. Nada más nos vinimos para acá para que siguiéramos sufriendo lo mismo. Fue peor aquí que allá porque hasta me corrió de la casa”, subraya.
Las cosas se empezaron a complicar. La violencia intrafamiliar iba en aumento. María de los Ángeles llevaba en su rostro y cuerpo las huellas del maltrato. Mario Alberto, ya dañado, se refugia en la vida de las drogas, alentado por las malas influencias y de los amigos fáciles.
Era ya un rebelde sin causa, un “nini”, y su padrastro sabía que ya no podía golpearlo, porque Mario Alberto no se dejaba. Ya estaba “grande”, aunque los pleitos se hacían cada vez más peligrosos.
Un día de 2009, recuerda, Gabino Coyotl trató de violar a su hermana Mariana, lo que animó a su mamá a presentar una denuncia ante el Ministerio Público por atentados al pudor. Gabino huyó al saber que había sido denunciado, pero también, aseguran, lanzó amenazas contra la familia.
María de los Ángeles, cuenta una prima de ella, tuvo que refugiarse en un albergue de la Procuraduría General de Justicia del Estado. Pero no detectaron el problema de drogas que ya tenía Mario Alberto.
La alerta estaba lanzada y el Gobierno poco o nada hizo por prevenir el desenlace fatal que ocurrió ese 23 de octubre cuando el joven mató a golpes a su mamá y a sus hermanos Mariana, Geovani y Jonathan.


Una cruda confesión


Mario Alberto es presentado por las autoridades del penal cerca de donde él tiene su dormitorio en un módulo aparte de la comunidad general de reos, por el peligro que representa para él. Se ha corrido el rumor de que se encuentra cerca y que lo quieren dañar, pero sólo algunos reclusos tienen acceso al joven.
Dice que tanto las autoridades como los reos lo tratan bien, que no ha tenido problemas.
Le preguntan si él lo hizo. Luego le dan consejos. Dice que también él les ha dado algunos a los compañeros presos.
Ahí, en el mismo penal se encuentra su padrastro, detenido en Puebla y trasladado a Culiacán al contar con una orden de aprehensión de 2009 por atentados al pudor contra su hija Mariana.
Dicen que ha preguntado por Mario Alberto y le ha mandado decir que si realmente él mató a su familia.
Viste pantalón de mezclilla deslavado, roto en algunas partes, como si estuviera a la “moda”, pero es de las pocas prendas que tiene. Lo mismo que la camiseta azul bajito tipo polo y los huaraches que lleva puestos.
Llega tranquilo, amable, pero un poco nervioso por la entrevista aceptada con anticipación.
De entrada pide que no le tomen fotos ni video, aunque al final acepta con la condición de que sea a contra luz.
Nadie pensaría que este joven que se encuentra sentado es capaz de asesinar, menos a sus seres queridos.
Pero poco a poco, con forme avanza la entrevista, se relaja y narra paso a paso cómo fue su vida antes del crimen y declara cómo sucedió el parricidio y fratricidio.
No hay lágrimas, y en forma cruda confiesa. Son frases cortas pero contundentes. No afloran sus sentimientos más profundos, sólo se pone serio.
Sus párpados aletean cuando ve a los ojos y luego agacha la cabeza. Pero su voz no se quiebra.
Su rostro pálido, casi inexpresivo, revela noches de insomnio, y su cabeza se pregunta por qué lo hizo. Al menos eso aparenta.

Vivir en el infierno

-- ¿Cómo fue tu vida de niño?
Mi vida fue un infierno.
A cada ratito me pegaban por cualquier detallito. Con lo que encontrara me pegaba mi padrastro.

-- ¿Por qué dices: mi vida fue un infierno?
Porque allá una vez intentó violarme.
Una vez que vi que tenía una caguama; nada más porque la vi me dio unos azotes. Nada más por ver que estaba tomando ahí en la casa.
Una tía me dijo que cuando estaba chico él conectaba unos cables con electricidad y me los ponía en el pañal. Me daba toques a mí y a una prima.
Fui creciendo en ese ambiente yo de pura violencia. Aguantaba, era difícil vivir así en la casa.

-- ¿Nunca te quiso tu padrastro?
Yo digo que no, como no era hijo de él.

-- Tu mamá te defendía?
Me defendía, nada más que no podía hacer nada. Él tenía más fuerza en los brazos. Ni modo que mi mamá se interpusiera ahí.

-- Cuéntame un poco más de tu vida de niño, ¿qué hacías?
Pues de chico yo estudiaba, le echaba ganas, pero como era inquieto me llevaban con sicólogos, siquiatras, o sea que yo tenía, no sé que enfermedad tengo, de lento aprendizaje. Me hacían estudios de la cabeza, cómo andaba, cómo iba desarrollando mis actividades.

-- ¿Como fue tu niñez, cómo la calificarías?
No tuve niñez yo.

-- ¿Por qué?
Por mi padrastro, o sea que no me dejaba hacer nada.

¿Fuiste a la primaria en Puebla?
Sí allá terminé y empecé primero de secundaria.

De ahí se vinieron a Eldorado. ¿Por qué se vinieron?
Nos vinimos porque allá mi padrastro tenía muchos pleitos, muchos problemas, debía a la gente. Allá estábamos en bancarrota.
Y nos vinimos para acá a Eldorado. Mi padrastro puso un taller de mecánica y le estaba yendo bien.

-- ¿Y qué pasó?
Golpeaba mucho a mi mamá y él decía que cuando nos viniéramos para acá nuestra vida iba a cambiar, que ya no iba a ser la misma y no. Nada más nos vinimos para que siguiéramos sufriendo lo mismo. Fue peor aquí que allá porque aquí me corrió de la casa.

-- ¿Por qué te corrió?
No sé.

-- ¿Te afectaba mucho a ti?
Sí mucho. Me golpeaba. Aunque ya que estaba grande ya no me dejaba. De chiquillo tampoco me dejé. Si él me pegaba yo se lo regresaba.

-- ¿Nunca huiste de tu casa?
Una vez intenté huir, nada más que me regresé por mi mamá.

-- ¿Querías mucho a tu mamá?
Sí.

-- ¿Qué opinas de tu padrastro?
Que está mal él. Ha ido a muchos cursos, terapias.
El está aquí por violación a mi hermana. Según él se acercó a la biblia, pero no le creo nada. Él quiere saber si yo lo hice.
A mí me comentan que él quiere saber si yo lo hice.

-- ¿Cómo te trataba tu mamá?
Me trataba bien, nunca me pegaba.

-- ¿Tus hermanos qué tal se portaban contigo?
También se portaban bien ellos. Se portaban al 100.

¿Alguna anécdota con ellos. Los cuidabas?
Cuidaba al más pequeño, yo. Jugaba con él. Me ponía a jugar futbol o Nintendo, viendo la tele con él. Pero después entré a trabajar en Soriana, acababa de empezar. Me metí a trabajar para ayudarle a mi mamá para sacarla adelante.

-- ¿Y entonces qué pasó, por qué cambió tu vida?
Por las drogas.
Tengo como tres o cuatro años usando drogas. La cocaína, la mariguana y el alcohol. Nada más esas, nunca probé las otras.

-- ¿Tu mamá y tu papá tenían un trato diferenciado hacia ti?
El trato era diferente. Hay veces que estaba de buen humor un día, pero al otro día ya no lo podían aguantar.

-- ¿A tus hermanos los trataban igual que a ti?
No. Mi padrastro los trataba mejor a ellos que a mí. Pero mi mamá siempre me trató bien.

-- ¿Y tu papá biológico, qué pasó con él?
Lo mataron a él.

-- ¿Como se llamaba?
(Pausa). No me acuerdo del nombre, es Estrada. Él era de aquí de Culiacán.


-- Porque traes el apellido de tu padrastro.
Sí. ¿Se puede uno cambiar el apellido? Para tener mi verdadero apellido.

-- ¿Hasta qué grado estudiaste?
Hasta primero de prepa. En la Lenin, de la UAS, en Eldorado.

-- ¿Cómo estaba el ambiente en la prepa?
Un montón de morritas. El ambiente está bien.

-- ¿Tuviste novias?
Sí tuve varias.

-- ¿Por qué no seguiste estudiando?
Porque me junté con malos amigos. Gente que dice que es tu amiga y nada. Yo pensé que eran mis amigos, pero ellos me iniciaron en el vicio. De ahí no pude seguir adelante con mis estudios, ni a trabajar siquiera.
Duré un año sin trabajar y acababa de entrar cuando sucedió... Tenía una semana.

-- ¿Por qué empezaste a drogarte?
Por los problemas que había ahí en la casa. Nunca hubo un tío o alguien a mi lado que me dijeran qué cosas eran malas o qué cosas eran buenas. Nunca hubo alguien apoyándome a mí.
La única que me apoyaba era mi amá, pero ella no podía hacer todo.

-- ¿Tienes familiares en San Manuel?
Sí tengo muchos familiares, está mi abuela y mis tíos, pero yo me sentía solo. Es difícil enfrentar las cosas solo.

-- ¿Qué hacías en un día normal cuando no trabajabas?
Salía de la casa y me salía a dar la vuelta todo el día con mis amigos y con las drogas.

-- ¿Cómo le hacías para obtener la droga si no tenías dinero?
Cuando no tenía dinero hay veces que ellos tenían.

-- ¿Cómo le hacías para obtener dinero?
Para obtener dinero, hay veces que pedía dinero. Eso es lo que dejan las drogas, andar pide y pide. (risas).

-- ¿Nunca robaste?
No. me daban ganas de hacerlo, pero no, nunca lo hice. No llegué a ese grado.

Asegura que está arrepentido

Mario Alberto hace una pausa en su relato y baja la cabeza. Se frota las manos y luego le da un sorbo al refresco de cola que tiene en la mesa. Luego asegura que está arrepentido de sus actos y que si fuera posible regresar en el tiempo, las cosas serían diferentes.

¿Realmente tú los mataste?
Realmente, sí. No andaba en mis cinco sentidos.

-- ¿Te arrepientes de lo que pasó?
Sí me arrepiento de lo que pasó.

-- ¿Qué les dirías a tus familiares?
Pues no tengo el perdón de ellos, pero sí me gustaría que me perdonaran, que no fue intencional lo que hice, no era yo.

-- ¿Qué le dirías a tu abuela?
Le diría que si me pudiera perdonar por lo que hice, que estoy muy arrepentido, que no fue intencionalmente, ni porque yo lo haya querido hacer.

-- ¿A los vecinos de San Manuel que te conocen?
Que se alejen de las drogas, que está muy grave andar consumiendo drogas.
El joven está procesado por homicidio agravado cometido en contra de su mamá y sus tres medios hermanos. Será el juez séptimo penal quien dicte la sentencia.
Por lo pronto, Mario Alberto obtiene apoyo espiritual y sicológica que lo ayude a enfrentar su nueva vida en la cárcel.
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Segunda parte: Revela Mario Alberto cómo asesinó a su familia

frases

“Mi vida fue un infierno. A cada ratito me pegaban por cualquier detallito. Con lo que encontrara me pegaba mi padrastro”.

“Realmente, sí (los mató). No andaba en mis cinco sentidos”.


“Fui creciendo en ese ambiente yo de pura violencia. Aguantaba, era difícil vivir así en la casa”.

“Cuidaba al más pequeño, yo. Jugaba con él. Me ponía a jugar futbol o Nintendo, viendo la tele con él”.

Mario Alberto Coyotl Vidaña
Presunto parricida y fratricida


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