El pueblo está de luto
'¿Por qué los mataron?'
A familiares y vecinos de San Manuel, Eldorado, les parece increíble que Mario Alberto Coyotl haya asesinado a su mamá y a sus tres hermanos; están desconcertados, dicen
Guillermo Gallardo
Cuatro veladoras permanecen encendidas
en uno de los cuartos de la tragedia, desde el día que encontraron a
la familia asesinada. De eso ya hace más de un mes y las llamas no
se apagan. Tampoco el llanto.
El ejido San Manuel es otro. Un
parteaguas entre el ayer seguro y el hoy violento.Lo que sucedió el 23 de octubre quedó grabado con tinta roja en las mentes de sus habitantes, que hoy están desconcertados.
No alcanzan aún a digerir lo que le sucedió a María de los Ángeles Vidaña y a sus hijos Mariana, de 16 años; Jonathan, de 13; y Geovani, de 9. Pero lo peor, que su hijo y hermano Mario Alberto sea el presunto ejecutor, parricida y fratricida.
Desde entonces parece un pueblo “fantasma”. Pocas personas caminan por sus calles en el día, prefieren permanecer adentro de sus casas, aún conmocionados.
Al caer el sol, el rancho se vuelve escueto, oscuro, por el luto que lleva a cuestas, porque cuatro de sus hijos han muerto.
Mario Alberto confesó ante las autoridades de la PGJE y ratificó su declaración en el juzgado séptimo que ese domingo estuvo ingiriendo bebidas embriagantes todo el día y cuando llegó a su casa, fue a la parte de atrás y se fumó un cigarro de mariguana. Ya en la noche, tomó una pala y mató a sus tres hermanos.
Luego aguardó hasta las 23:00 horas a que llegara su mamá y al abrir la puerta, presuntamente también la asesinó de un golpe.
Los habitantes de San Manuel se hacen una pregunta: ¿Por qué los mataron?
Aún y cuando Coyotl Vidaña está detenido y confeso, en el pueblo desconocen qué llevó al joven presuntamente a cometer el parricidio.
Las luces en la oscuridad
San Manuel es un ejido de casi 500
habitantes rodeado de cultivos de caña, a cinco minutos de la
sindicatura de Eldorado.
Para llegar al lugar, hay que desviarse
por un camino de terracería casi un kilómetro de la carretera
Culiacán-Eldorado.Un letrero mohoso y casi tapado con maleza da la bienvenida: “San Manuel, Eldorado. Cuidemos nuestro humedal”, señala.
Los patios de las casas son amplios y las viviendas están muy separadas unas de otras, cubiertas de tierra salitrosa con vegetación, palmas y frondosos árboles con anchos troncos.
Y la vivienda de la tragedia está ahí, casi a la entrada, a la izquierda de la calle principal.
Cada vez que un sanmanuelense pasa frente al lugar del multihomicidio voltea y ve la casa vacía, sin cerca enfrente, abandonada, como buscando a sus habitantes.
Es una vivienda de cuatro cuartos: la sala que incluye comedor y cocina, dos recámaras y un baño. A un costado de la puerta de entrada hay dos veladoras encendidas y en la recámara del fondo, donde encontraron los cadáveres, otras cuatro veladoras ardiendo en fila. Ya no hay muebles.
Dicen que por las noches oscuras, de lejos se ven unas pequeñas luces que surgen de este lugar.
Afuera, en el patio de enfrente, hay dos grandes palmas de coco y a un costado a la derecha, un antiguo capule con un tronco de más de dos metros de diámetro, despuntado, mudos espectadores del parricidio.
En el patio empieza a crecer la maleza, esa que Jonathan taspanaba y limpiaba para poder jugar junto con sus hermanos.
La violencia familiar
María de los Ángeles Vidaña vivió
un “infierno” desde que se casó con Gabino Coyotl Martínez hace
aproximadamente 17 años. En ese entonces ya tenía a Mario Alberto,
de aproximadamente 2 años.
Luego de la fiesta de bodas que se
celebró en la casa de sus papás en San Manuel, se fue a vivir a
Puebla, de donde era originario Gabino.Pero los problemas de violencia intrafamiliar empezaron a recrudecerse. Gabino, según sus familiares, la golpeaba constantemente.
“Vivió en Puebla y nosotros supimos que le pegaba. La mamá de ella tuvo que intervenir judicialmente”, informa una prima de la víctima, quien pidió no revelar su nombre.
Pero María de los Ángeles seguía con el marido. Luego se vinieron a vivir a Eldorado, donde el esposo instaló un taller mecánico, actividad que ya desempeñaba en Puebla.
Entonces, dice, las cosas se empezaron a poner peor. Las señas de la violencia las traía en el rostro y en el cuerpo.
De acuerdo con cifras del Instituto Sinaloense de las Mujeres, en el estado, el 61.5 por ciento de las mujeres ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja alguna vez en la vida.
“Este es el crimen oculto que más se ha extendido de la humanidad”, afirma la institución.
De acuerdo con la Procuraduría General de Justicia del Estado y de familiares, Gabino intentó abusar sexualmente de su hija de 16 años, lo que fue el detonante para que María de los Ángeles presentara una denuncia formal contra su esposo, en 2009, por atentados al pudor.
“Como ya tuvieron problemas, él la amenazó, la amagó... era un hombre violento. Una fractura en el brazo era una de las pruebas de la violencia que ejercía contra ella. Luego de estos hechos ella lo deja y levanta la denuncia, incluso estuvo en un albergue de la Procuraduría por violencia intrafamiliar. Sus hijos la acompañaron”, expresa una familiar.
Se separó de él y se fue a vivir junto con sus hijos a San Manuel donde le prestaron una vivienda. De eso hace alrededor de dos años.
En el pueblo pensaron que la familia, aunque humildemente, había encontrado la tranquilidad y la paz después de la separación, hasta el 23 de octubre cuando fallecieron a golpes,presuntamente a manos de Mario Alberto, el hijo mayor.
“Mi tía siempre cargó con todos sus hijos, era buena, y Mario era por el estilo, por eso todavía no creemos que haya sido él, pero si ya declaró, pues...”, señala una sobrina.
María de los Ángeles salía desde muy temprano a trabajar al supermercado Izágar, en Eldorado. Por lo regular Jonathan la acompañaba porque laboraba en el mismo lugar de paquetero. Mariana acudía a la preparatoria Lenin y Mario Alberto cuidaba del menor Geovani. Aunque dicen que la semana previa al cuádruple homicidio, Mario Alberto trabajó en Soriana.
Ese mismo día del multihomicidio, a las 16:15 horas, Gabino Coyotl compartió un video de Eldorado y escribió en el muro de su facebook, supuestamente desde Puebla: “En esta ciudad viví y aquí viven mis hijos. Toda la gente es muy amigable, espero volver pronto”. ¿Una coincidencia?
Los vecinos que viven al costado derecho dicen que no se dieron cuenta de que algo pasaba al interior de la vivienda de los Coyotl Vidaña. Supieron de la muerte hasta el miércoles que los encontraron asesinados.
“Los echábamos de menos, pero como ella trabajaba y los otros niños también. Creímos que el más chiquito estaba con su abuela”, expresa la vecina.
'Se miraba bueno el Mario'
Los habitantes de San Manuel no se
explican por qué un joven como Mario Alberto pudo ser capaz de matar
a su mamá y a los tres hermanos.
“Era un muchacho tranquilo”,
reconocen algunos de los vecinos que todavía no entienden qué pasó
por la mente del joven para cometer tan horrendo crimen.Los niños eran muy buenos, exclama la prima de María de los Ángeles.
“Lo único que le puedo decir es que eran buenos todos. Mario, un muchacho que nunca se metía con nadie, ni vago era. Su mamá también era buena gente... bien alegre, bien amable y no merecen una muerte así”.
Dice que en la casa de los Coyotl Vidaña nunca se oyeron pleitos y que eran buenos hermanos, se llevaron bien y Mario cuidaba del más chiquito cuando salían los demás.
Por eso, insiste, no les cabe en la cabeza que el joven haya matado a sus cuatro familiares.
“Son sentimientos encontrados. No se me hace que hayan fallecido y menos me cabe en la cabeza que haya sido él por ser hijo de ella, como si un hijo mío lo hiciera”, subraya la prima.
“Yo no le puedo decir que él fue o que no fue, porque para mí ni se me hace que él fue, ni se me hace que pasó lo que pasó”, manifiesta.
“Es una cosa muy dura que no se sabe por qué pasa. Desgraciadamente pasó aquí, pero se están viendo tantas cosas... qué más nos falta por ver. Yo no sé que está pasando en este mundo, la verdad”, exclama.
Para María, la abarrotera del lugar, los Coyotl Vidaña eran buenos.
“Aquí venían a comprar los niños. Muy buenos los niños, oiga”.
"Se miraba bueno el Mario”, expresa quien atiende el comercio que se encuentra a una cuadra del lugar del crimen.
“Aquí venía a comprar Mario, y a veces, cuando estaba sola él venía y me decía: tocaya, me das dos cigarros, sí como no... era bueno, muy noble”.
“Aquí ella (María de los Ángeles) había venido por una coca el sábado (un día antes del asesinato)... le dije: oye tocaya qué lindos niños llevas, bien educados. 'Sí Mary me cuesta mucho, pero ahí la llevamos', me contestó”.
Al niño chiquito, dice, le gustaba ir al abarrote a jugar a las maquinitas y sintió mucho su muerte.
“Yo lloré mucho, sentí mucho lo que pasó. No me podía quedar sola porque me daba miedo, aunque ya me está pasando”, agrega la comerciante.
Por eso, subraya, aunque Mario nunca le faltó al respeto, para ella ya no existe.
“Que Dios me perdone, pero para mí ya no”.
Asegura que en San Manuel nunca había pasado un hecho violento, era un pueblo tranquilo donde se vivía muy a gusto, no había problemas ni pleitos.
“Pero ahora nomás oscurece se queda solo, peor que ahorita (11:45 horas)”, añade.
Otro vecino de San Manuel que quiso guardar el anonimato señala que no cree que el joven haya matado a las cuatro personas solo.
“De perdida hubiera habido gritos y se hubieran dado cuenta enseguida, ahora que la muchacha ya estaba grande, casi 17 años y el otro 13, no es fácil”, expone.
Otro joven que dice conoció bien a Mario puntualiza que no era malcriado.
“Era buena onda el morro. Es increíble lo que pasó porque era calmado. Todos los días la gente se emborracha y se droga y no anda matando gente, menos a su familia. Quién sabe qué le pasaría... Algún rencor con la familia, no sé”, asevera.
Cuando sucedió el presunto parricidio, cuentan en San Manuel, Mario se anduvo escondiendo en los alrededores. Desde ahí pudo haber visto cuando encontraron a su familia.
Hoy se encuentra en prisión acusado de asesinar a su mamá y a sus tres hermanos menores.
Violencia intrafamiliar
De acuerdo con el Ismujeres, la
violencia intrafamiliar es la que se manifiesta en actos de poder,
dominación, sometimiento, control o agresión de cualquier tipo,
infringidos por aquellas personas que tengan o hayan tenido
parentesco de sangre o político.
Violencia física
Son acciones violentas que perjudican
la integridad corporal; van desde sujeción, lesiones con puño, mano
o pie, lesiones en el cuerpo, golpes con objetos, hasta uso de armas
punzocortantes o de fuego, que dejan marcas en el cuerpo y lesiones
graves que ponen en peligro la vida, producen incapacidad y muerte.
Erradique el problema
¿Qué ayuda a disminuir y erradicar la
violencia en la familia?-- Platicar, negociar y respetarse.
-- Fomentar y practicar la tolerancia.
-- Aprender a controlar emociones como enojo, rabia y frustración.
-- Educar o corregir sin violencia.
-- Entender que amar a la pareja y a los hijos e hijas no significa controlar o someter.
-- La violencia familiar afecta a los hijos.
-- Causa severos daños sicológicos, físicos y sociales.
*Con información del Ismujeres
frase
“Son sentimientos encontrados. No se
me hace que hayan fallecido y menos me cabe en la cabeza que haya
sido él por ser hijo de ella, como si un hijo mío lo hiciera”.
Prima de María de los Ángeles Vidaña
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