lunes, 31 de octubre de 2011

Jóvenes, rehenes del narco

La generación perdida


Las huellas de la delincuencia organizada están dejando una estela de sangre joven; en Sinaloa, tener entre 15 y 25 años significa estar en la mira de los cárteles de las drogas y un peligro de muerte

Guillermo Gallardo
Primera de dos partes


Publicada en el periódico Noroeste


Los primos Cristian y Rodrigo caminaban el 20 de septiembre en la noche por un costado del canal Cañedo, en Yebavito, Navolato, sin imaginar que tenían sus minutos contados.
Platicaban tranquilamente cuando de pronto se les emparejó un vehículo color oscuro desde donde varios sicarios los acribillaron con armas largas.
Los jóvenes, de 18 años, intentaron correr, pero las balas fueron más rápidas. Ahí quedó tirado el cuerpo de Cristian, mientras que Rodrigo, aún con vida, fue privado de su libertad y al siguiente día encontrado muerto, torturado y degollado, por un camino de terracería. El cadáver estaba maniatado y envuelto en bolsas de plástico.
Al igual que este caso, muchos otros ocurren en Sinaloa de manera similar, con el sello de la delincuencia organizada.
Así fue asesinado Jorge, de 15 años, quien se encontraba adentro de un carro junto con su padrastro, en una gasolinera de San Pedro, cuando varios sujetos armados le dispararon y lo dejaron malherido. Alcanzó a llegar al hospital y falleció al recibir atención médica.
Éstas son las huellas del narcotráfico, que está dejando una estela de sangre joven.
El 2 de septiembre en la madrugada, un grupo de sicarios encapuchados se “adueñó” de las calles de Guamúchil. Se dirigió a la colonia La Gloria y tumbó la puerta principal de un domicilio. A punta de golpes y amenazas se llevó a Javier y Pilar, de 22 y 26 años.
Luego, los sicarios enfilaron hacia la colonia Unidad Nacional y repitieron la acción sin que policía alguno los detuviera. De ahí sacaron a los hermanos Silverio y Regino, de 19 y 22 años. Con toda impunidad los desaparecieron.
Los panteones de Sinaloa están llenos de personas jóvenes asesinadas por la delincuencia organizada.
Este tipo de muertes representan la segunda causa de decesos en hombres jóvenes en la entidad, de acuerdo con información del INEGI.
Tan sólo en este año, hasta el 12 de octubre, se habían registrado en Sinaloa mil 483 homicidios dolosos, un promedio de cinco crímenes diarios.
De acuerdo con datos de la Procuraduría General de Justicia del Estado, de 2005 a la fecha se han registrado 8 mil 112 muertes violentas, de las cuales, más del 60 por ciento son jóvenes que están siendo enterrados por sus padres.
Culiacán es una de las zonas más peligrosas de Sinaloa donde se registra cerca del 40 por ciento de los delitos de alto impacto, como el de Jesús Alfredo, de 23 años.
El joven iba saliendo de la Central Camionera junto con su esposa y un cuñado, cuando varios delincuentes con armas de alto poder los agredieron. La víctima quedó muerta en el lugar.
Hoy, los enfrentamientos entre cárteles de la droga y la guerra contra el narcotráfico están dejando a Sinaloa sin una generación, la cual ha sido manchada por la violencia. A estos jóvenes los han llamado la generación perdida.
Aunque no hay cifras concretas, se presume que en este sexenio, entre 23 mil y 75 mil jóvenes han sido reclutados por el crimen organizado y representan su brazo armado.
Un estudio de la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara de Diputados realizado en 2011, y dado a conocer recientemente, estima que son 23 mil los jóvenes involucrados con el narco, mientras que el organismo Cauce Ciudadano dio mayor dimensión al problema y reveló que son 75 mil los que están en las filas de la delincuencia.
El integrante de Cauce Ciudadano, Carlos Alberto Cruz Santiago, ubicó incluso los estados con mayor concentración de jóvenes enrolados en el narcotráfico, donde Sinaloa ocupa también el primer lugar.
“Del total de jóvenes enrolados en el narcotráfico, 24 mil son 'milicianos' del cártel de Sinaloa, 17 mil están con los Zetas y 7 mil 500 en La Familia Michoacana. Los demás están en otros grupos”, declaró a la Jornada el 6 se septiembre de este año.

'El canto de la sirena'

Hace aproximadamente 50 años se incubó en Sinaloa un mal que hoy ha hecho crisis y ha costado la vida a miles de personas. Pero lo peor de todo, está matando a los jóvenes.
La juventud se ha convertido en materia prima y rehén del narcotráfico, en una sociedad amenazante que no le ha cumplido con darle educación, empleo y seguridad.
Muchos, ante las escasas oportunidades, han sido presas del “discurso cautivador” de la delincuencia organizada y han engrosado las filas de los cárteles como sicarios y distribuidores de droga. Otros más han muerto como parte de los “daños colaterales” de la lucha del Gobierno federal contra el crimen organizado, que ha costado la vida a más de 40 mil personas en el país durante este sexenio.
“Descuidamos a los jóvenes, los tenemos perdidos. Es una generación perdida”, considera el sicólogo social Tomás Guevara Martínez.
El estudioso de la seguridad pública e investigador de la Facultad de Psicología de la UAS demanda a las autoridades acciones globales para rescatar a la juventud, sobre todo en el aspecto de la educación, empleo y cultura.
La especialista en sicología social de estudiantes de preparatoria, María Dolores Pineda, expone que ser joven en Sinaloa y particularmente en Culiacán, representa diferentes lecturas que forman parte de los imaginarios culturales a través de los cuales dan sentido a las experiencias.
Esta construcción, dice, está determinada por el contexto social donde destacan el narcotráfico, la polarización social, la violencia, la falta de oportunidades de empleo, entre otros.
“La conjunción de estos elementos permite entender la complejidad a la que se enfrenta el joven para diseñar su propio proyecto de vida, en una ciudad que se encuentra expuesta de manera constante a la violencia, en donde ésta forma ya parte del imaginario colectivo, llegan incluso a asumirse como 'normal, cotidiana y natural'”, subraya en su tesis Lo Normativo y lo Contranormativo en el Proyecto de Vida en Adolescentes de la Educación Media Superior.

Jóvenes contra jóvenes

Las páginas de la nota roja de los diarios en la entidad aparecen plagadas de asesinatos y detenciones de jóvenes.
Un análisis de la información policiaca publicada en Noroeste durante este año, muestra que los crímenes y las víctimas de la violencia son en su mayoría jóvenes entre 15 y 25 años. Peor aún, los detenidos por asaltos, robos, secuestros, con armas de fuego y droga, son adolescentes y jóvenes en este mismo rango de edad.
Tan sólo una muestra de las notas publicadas en enero de este año, las edades de las personas muertas por situaciones violentas fluctúan entre los 16 y 35 años y el promedio general es de 32 años.
Según el análisis realizado, del total de asesinatos contabilizados en ese mes (110 de 166 muertos), 42 de ellos tenían entre los 16 y 25 años, es decir, el 38 por ciento; 29, en el rango de los 26 y 35, que significan el 26 por ciento; y el resto (29), de 36 años o más.
El comportamiento en los siguientes meses fue el mismo, por ejemplo, en agosto, de una muestra de 94 crímenes, se encontró que la edad promedio de las personas muertas fue de 32 años.
En cuanto a los rangos, se estableció que entre los 16 y los 25 años hay 32 personas asesinadas, que representan el 34 por ciento del total. Entre los 26 y los 35 murieron 36 individuos, el 38 por ciento; y de los 36 en adelante fueron 26, con el 28 por ciento de prevalencia.
En el caso de las detenciones por diversos delitos, el estudio reveló que la edad promedio de los presuntos asesinos, robacarros, puchadores, sicarios, secuestradores, asaltantes y rateros, es de 23 años.
Hay personas capturadas por las diversas instituciones policiacas que tienen desde 12, 13, 15, 16 y 17 años, aunque predominan las edades de 18 a 25 años.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la encuesta de 2008 ya arrojaba un alza en la incidencia. Destaca que 43 de cada 100 presuntos delincuentes del fuero federal y 41 de cada 100 presuntos delincuentes del fuero común, eran jóvenes. Estas cifras han ido en aumento.
Pero no solamente los están matando o deteniendo, también los están desapareciendo.
Informes de la CDDH detallan que de 2003 a la fecha tienen registrados 250 casos de desapariciones forzosas, la mayoría de ellos de menores de 25 años.
“Es preocupante que nuestros jóvenes estén cayendo al panteón y al bote”, indica Leonel Aguirre Meza, presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Sinaloa.

Juventud de alto riesgo

De acuerdo con el estudio global de Homicidios 2010 de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, el riesgo de convertirse en una víctima de homicidio a nivel mundial es más alto en los hombres jóvenes entre los 15 y 29 años.
Incluso, revela, ser joven en un país con bajo ingreso, alta desigualdad y problemas de narcotráfico, tiene un alto riesgo de morir asesinado.
“En una muestra de 29 países de América, los hombres de 20-24 años constituyen el grupo más grande de víctimas de homicidios (16 por ciento), seguido por los hombres de 25-29 (14 por ciento) y los hombres de 30-34 años (11 por ciento”, señala el estudio de la ONU.
En contraste, expone, la proporción de mujeres víctimas de asesinato constituyen el 2 por ciento en edades de 20-24 años y disminuye con mayor edad.
En cuanto a la situación de México, el análisis revela que la dominación de los grupos del crimen organizado ha provocado un notable incremento en la violencia letal que no sólo afecta a los miembros de los cárteles de la droga, sino también a los miembros de las fuerzas de seguridad y a transeúntes inocentes.
Establece que la violencia letal es ejercida mayormente de hombres contra hombres y se puede observar una tendencia a la alza de homicidios a más temprana edad.
“Sin embargo, el aumento de los homicidios afectó incluso al grupo de edad de 15-19 años, ya sea como miembros de grupos de narcotraficantes o simplemente porque se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado.
“Es evidente que algunos grupos de la delincuencia organizada utilizan a personas aún más jóvenes y niños en sus filas, lo que los expone a un mayor riesgo de ser asesinados”, subraya la ONU.
Según el estudio sobre asesinatos del organismo internacional, México registró un aumento del 65 por ciento en homicidios en el periodo de 2005-2010.
La Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito ubica a Sinaloa como uno de los cuatro principales estados más violentos de esta nación.
“En México, por ejemplo, los homicidios se concentran en un pequeño número de estados: Chihuahua, Sinaloa, Guerrero y Baja California, que representan aproximadamente el 11 por ciento de la población, y concentran el 41 por ciento de los delitos de alto impacto en 2010 en el país”, manifiesta.
Mientras los jóvenes están cayendo en la guerra entre cárteles y la lucha del Gobierno contra el narcotráfico, no se ven acciones concretas por parte de la federación y el Estado para contrarrestar este serio problema que está socavando a esta generación.


Muerte juvenil

Entre 23 mil y 75 mil los jóvenes involucrados con el narco.
Más del 60 por ciento de los asesinados son jóvenes.
Entre 16 y 35 años son la mayoría de las edades de las personas asesinadas.
La edad promedio de los detenidos es de 23 años.
250 casos de desapariciones forzosas, la mayoría de ellos de menores de 25 años.


Frase
“Descuidamos a los jóvenes, los tenemos perdidos. Es una generación perdida”.

Tomás Guevara Martínez
Especialista en sicología social


“Es preocupante que nuestros jóvenes estén cayendo al panteón y al bote”.

Leonel Aguirre Meza
Presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Sinaloa.

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