Juventud acorralada
Las nuevas generaciones están atrapadas en la subcultura del narcotráfico, la desintegración familiar, la drogadicción, así como la falta de educación, empleo, salud y vivienda
Guillermo Gallardo
Segunda parte
La juventud sinaloense está acorralada en una sociedad que los ha excluido y ahora busca de manera fácil obtener dinero atrapada en una subcultura del narcotráfico, que la está llevando a la muerte.
La falta de políticas públicas adecuadas ha provocado que muchos jóvenes sinaloenses sean “abrazados” por los tentáculos del crimen organizado y caigan víctimas de las balas de la lucha entre cárteles, o producto de la guerra del gobierno contra la delincuencia organizada.
En este problema juega un papel muy importante la desintegración familiar, el entorno en el que se vive, así como la falta de oportunidades de educación, empleo, salud y vivienda.
Todo este escenario se complica con el aumento en la venta y consumo de drogas, a tal grado que está envenenando hasta a los niños y niñas desde los 12 años.
Pero la solución a esta situación no se ve a corto ni mediano plazo, pues el gobierno no tiene precisas las dimensiones del problema, salvo en el discurso político, aseguran especialistas y la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Sinaloa.
El rezago educativo
Uno de los principales motivos por los que son arrojados los jóvenes a los brazos del narco es la falta de educación.
En Sinaloa, de acuerdo con información de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2010 del INEGI, de cada 100 hombres y mujeres de 15 a 29 años, sólo 41 asisten a la escuela.
En promedio, la población joven tiene 10 años de estudio, es decir, cuenta con primer grado de educación media superior.
En cuanto a la distribución porcentual según el nivel de instrucción de la población joven, el 34.2 por ciento de la población joven tiene educación media superior y superior; el 40.5 por ciento secundaria completa; 20 por ciento primaria completa; y 4.4 primaria incompleta.
Según información de la Subsecretaría de Educación Media Superior de la SEPyC, el 66 por ciento de la población adolescente ingresa a bachillerato y el resto queda fuera.
Además, de los que inician la prepa, el 25 por ciento no la terminan.
Al no haber oportunidades, parte de la juventud se queda sin estudiar ni trabajar. A este sector se le llama “ninis”, los cuales, según el Rector de la UNAM, José Narro Robles, representan 7.5 millones de jóvenes en el país.
Sin embargo, el Gobierno federal sólo reconoce 285 mil “ninis”.
De acuerdo con información publicada en Noroeste, el diputado federal Óscar Lara Salazar, informa que en Sinaloa hay cerca de 50 mil jóvenes que ni estudian ni trabajan y que de no tomar medidas en materia de educación, las cifras se dispararán.
“Estamos viendo un Estado que en la práctica se está convirtiendo en un proveedor de la mano de obra de la delincuencia organizada”, expresa el Legislador.
Dañan drogas hasta a niños
Otro aspecto que ha dañado enormemente a la nueva generación es la drogadicción, producto del incremento de la venta de estupefacientes en colonias y pueblos de Sinaloa.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Adicciones 2008, la más reciente publicada por el Gobierno federal, revela que el consumo de drogas en México está aumentando, la mariguana sigue siendo la preferida, el consumo de la cocaína se duplicó y las metanfetaminas muestran tendencias de crecimiento.
El consumo en las mujeres va en incremento en mayor proporción que en los hombres; y los adolescentes entre los 12 y 17 años son los que están en mayor riesgo.
También señala que las generaciones actuales son las que se encuentran más expuestas a la oportunidad de usar drogas, las consumen en mayor proporción y abusan más de ellas que las generaciones anteriores.
Contrario a este incremento, sólo la mitad de los jóvenes entre los 12 y 25 años ha estado expuesta a la prevención.
De acuerdo con el INEGI, Sinaloa está entre los principales 14 estados consumidores de droga, sobre todo cocaína y metanfetaminas.
Sociedad amenazante
Para el especialista en sicología social, Tomás Guevara Martínez, los jóvenes de ahora están creciendo en una sociedad amenazante que los amedrenta cotidianamente.
“Los jóvenes crecen ahora en una realidad donde no hay escuela para todos, en donde no hay empleo, en donde está la amenaza del sida, la amenaza de la inseguridad y la desintegración familiar, donde hay una pérdida de valores, donde hay un mundo corrupto y de impunidad, sin ninguna comparación con la realidad que nosotros vivimos”, expone.
Mientras que la generación anterior creció en un ambiente de familia unida, hoy prevalece la desintegración familiar que amenaza a toda la sociedad.
“Entonces, en este mundo, ¿qué generación de jóvenes se va a sentar a pensar en un proyecto futuro? No hay, la idea de futuro de los jóvenes de hoy cambió completamente respecto a la generación anterior”, asevera.
Esta desintegración familiar aceleró la descomposición de los jóvenes, quienes quedaron vulnerables ante la delincuencia organizada.
Guevara Martínez asegura que hay una ruptura generacional acelerada por los medios de comunicación, como por ejemplo el desarrollo de Internet, el celular, la computadora.
Los niños y adolescentes manejan las computadoras y el Internet y el papá ni siquiera tiene un celular.
“Son abismos generacionales que han dislocado la comunicación entre una generación y otra”.
¿Dónde entra la delincuencia organizada?
Los jóvenes quedan totalmente independizados del mundo adulto. Esta dislocación de la comunicación colocó a los jóvenes en un mundo propio, y ante una sociedad amenazante, la inseguridad, el desempleo, etcétera, los dejó en una situación de vulnerabilidad y fueron cautivados por el discurso de lo ilícito.
El investigador de la Facultad de Psicología de la UAS manifiesta que el problema del narcotráfico fue mal abordado por el Gobierno federal.
“Creo que fue un verdadero error el haber iniciado una guerra contra el crimen organizado sin haber previsto o imaginado siquiera las consecuencias sociales que pudieran tener. Eso que llaman efectos colaterales a mí me da la impresión que son mucho más lastimosos que el propio tráfico de drogas”, asegura.
Lo peor de todo, dice, es que los padres están enterrando a sus hijos cuando la ley de la naturaleza es al revés.
“Ahora resulta que el padre no le da educación y más bien está dando sepultura a su hijo”, asevera.
Guevara Martínez hace un llamado a la sociedad, y principalmente a los jóvenes, a salir a la calle a indignarse contra la situación que prevalece.
“Las asociaciones civiles están promoviendo que la sociedad ya no se quede callada, que denuncie, que se indigne por esta situación; si nosotros nos quedamos acorralados en el miedo, la situación va a empeorar.
“Ahorita el primer paso que la sociedad tiene que dar es cambiar su esquema emocional, ya no es el miedo, el temor, la incertidumbre lo que debe guiar nuestro comportamiento, sino el coraje, la indignación, porque esta manera como se ha lastimado a la vida cotidiana ya no se puede seguir soportando”, añade.
Para reencontrarse con la juventud, propone también hacer el esfuerzo de entender a los jóvenes a través de la educación y la cultura.
La cultura del narco
“Pues es la única forma de agarrar dinero ahorita, porque pones a un profesionista y a un narco, gana más un narco”; “Para lo que yo quiero estudiar es piloto aviador, es más o menos para eso, por ejemplo un amigo que me diga que quiere que yo trabaje para él, que le lleve un cargamento en la avioneta...”; “... A veces le digo jugando a mi mamá: me voy a casar con un narco, pero no te sabría decir qué tanto lo quiero...”; “Tal vez cuidando mercancía en mi casa, no sé de matador, de ser el jefe, sí lo haría si lo necesitara realmente, de andar con el jefe cuidándolo, matando gente, por qué no”.
Éstas son expresiones de algunos estudiantes de preparatoria que hablan sobre el narcotráfico y que fueron plasmadas en la tesis Lo Normativo y Contranormativo en el Proyecto de Vida de los Adolescentes de Educación Media Superior, de la Maestra María Dolores Pineda Mejía.
Expone que la cultura del narcotráfico es elaborada por los adolescentes a partir de dos referentes, la primera, como producto de la cultura propia de los narcotraficantes: vestimenta, tipos de carros, costumbres, música; y la segunda, como aceptación, admiración y adopción de sus valores por gente ajena a dicha actividad.
“Algunas personas piensan que sí es un orgullo ser narco, porque los corridos son los que alaban a los mafiosos, y hablan de personas que quisieran ser como él”, expresa Pineda Mejía.
Ante esta realidad, expone que es un gran reto para la educación media superior generar transformaciones que den oportunidades de desarrollo a los adolescentes.
Tiene Estado estrategia equivocada
Para el dirigente de la CDDH, el Estado ha respondido de manera equivocada ante el involucramiento de los jóvenes en la delincuencia organizada.
“Cuando ya nos dimos cuenta que estaba incidiendo a la alza el problema de los jóvenes, lo que hace el estado es penalizarlos.
“Ciertamente hay muchos jóvenes delinquiendo, pero la primera respuesta del Estado es crear una ley de justicia para menores que no lleva más que la idea de sancionarlos como adultos”, asevera el presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Sinaloa, Leonel Aguirre Meza.
Destaca que no hay políticas públicas donde los tres órdenes del Gobierno, así como los poderes Judicial y Legislativo tengan como centro de su actuar el resolver el problema de la juventud que está inclinándose por incorporarse al crimen organizado.
El ombudsman afirma que el Gobierno viola los derechos universales de este sector de la población pues no ha sido capaz de garantizarles las condiciones para vivir con dignidad como lo es la salud, alimentación, vivienda, educación, empleo, salario digno y recreación.
“La pregunta es: ¿El Estado se encuentra preocupado realmente por cumplir esto? No lo está, de tal manera que en la calle casi todos ven con desespero que tan poco alentador es terminar una carrera profesional, incluso un posgrado, viendo las pocas condiciones de empleo que hay; incluso los salarios que tenemos, aún siendo profesionistas, no alcanzan para satisfacer las necesidades básicas de la familia”.
Por ello, dice, muchos jóvenes, cuando se les plantea una opción alterna que indica irse a trabajar de forma ilegal, lo aceptan.
“Estos jóvenes están viendo la opción del dinero fácil, en la que además, nuestra cultura los premia, los admira, les hace corridos, los atienden de manera diferenciada en las discos, traen dinero, armas y las morras se fijan más en ellos”, expone.
A pesar de que a diario están cayendo los jóvenes víctimas de las balas y a la cárcel, no se ven acciones del Estado a corto y mediano plazo para remediar esta situación, indica.
“Yo no veo que el Estado a corto y mediano plazo esté preocupado realmente por girar la vista hacia nuestros niños y jóvenes para verlos como algo prioritario, salvo en el discurso político”, añade.
Aguirre Meza lamenta que hasta el momento no se vea una salida a la guerra contra el narcotráfico.
“No se ve una disminución en el consumo de drogas, al contrario está aumentando el consumo y cada vez un sector más grande de jóvenes está cayendo en él, sin que haya una política pública por solucionarlo; además, ya tenemos años en la guerra y el pretexto de bajar el número de homicidio no se cumplió, al contrario se cuadruplicó”, cita.
Frase
“Estos jóvenes están viendo la opción del dinero fácil, en la que además, nuestra cultura los premia, los admira, les hace corridos, los atienden de manera diferenciada en las discos, traen dinero, armas y las morras se fijan más en ellos”.
Leonel Aguirre Meza
Presidente de la CDDH
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El rezago
La educación de los jóvenes en 2010:
34.2%
tiene educación media superior y superior en 2010.
40.5%
Cuenta con secundaria completa.
20%
Tiene primaria completa.
4.4%
cuenta con primaria incompleta.
7.5
millones de ninis, según la UNAM.
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