DESPLAZADOS POR LA VIOLENCIA
'Salimos huyendo...'
'Viera qué gacho se siente dejar todo
allá', dice una de las víctimas que había vivido toda su vida en
la sierra; el Gobierno está totalmente rebasado en los altos,
asegura la CDDH; proponen 250 millones de pesos para atender este
problema
Guillermo Gallardo
Segunda parte
(Publicado en el periódico Noroeste)
Salieron de prisa con la oscuridad de
la noche huyendo de sus casas, como si hubieran cometido un crimen.
Tomaron la poca ropa que tenían, la
echaron en sus mochilas y apresuradamente se internaron en el monte,
para no ser detectados por los grupos criminales que controlan la
zona serrana de Sinaloa de Leyva.
Pedro y María forman parte de una de
las 17 familias de Potrero de Bernal que tuvieron que “desaparecer”
dejando casas, muebles, animales y tierras de cultivo.
“Salimos por el monte, dormimos dos
noches en el monte y dos días caminando para llegar a donde había
gente, con las mochilas en el hombro... Salimos huyendo”, lamenta
María, quien junto con su marido llegaron a Culiacán donde buscan
desesperadamente cómo sobrevivir en una ciudad ajena e indolente.
Pero no son criminales, sino víctimas
de la violencia y de la ausencia del Estado, de gobiernos que no sólo
no les han llevado los servicios indispensables para sobrevivir en
sus lugares de origen, sino que los han abandonado a su suerte.
Así como ellos, entre 25 mil y 30 mil
personas han dejado sus comunidades para buscar refugio en las zonas
urbanas, debido a que los grupos armados han matado a sus familiares,
les han quemado sus casas, les han robado el ganado y los han
amenazado de muerte.
Pero esta realidad pareciera estar
siendo minimizada por el gobierno estatal quien oficialmente sólo
tiene registradas mil 147 familias de desplazados, es decir, poco más
de 5 mil personas.
Ahora, en la sierra impera un solo
gobierno: el de grupos armados ligados a los cárteles del
narcotráfico.
“Los de Potrero de Bernal nos vinimos
porque nos pusieron condiciones los sicarios y nos destruyeron una
tienda que había cerca en la Ciénega de Parra... nos salimos por
hambre y miedo”, subraya Pedro, quien pide al Gobierno apoyo para
trabajar y subsistir en la capital del estado.
La familia de Pedro no sabe si se va a
quedar permanentemente en Culiacán, pero asegura que mientras
persista el clima de inseguridad no regresarán a sus hogares.
“No sabemos si vamos a quedarnos o
regresar, tenemos la esperanza de que algún día se pongan las cosas
bien y podamos regresarnos, porque allá tenemos nuestras tierras
donde sembrábamos maíz y frijol”, indica el desplazado.
-- ¿Tienen miedo de regresar?
Pues ese es el problema, por eso
decimos que si algún día las cosas cambian y esa gente la pone en
paz el gobierno, entonces. Si sigue igual pues no.
Narra que los sicarios los amenazaron.
“Nos amenazaron, que nos fuéramos
con ellos o si nos salíamos que ya no volviéramos a nuestras
tierras, porque ellos se iban a apoderar de nuestros ranchos y al que
regresara lo íban a matar”, denuncia.
-- ¿Qué siente de dejar todo allá?
Viera qué gacho se siente dejar todo
allá.
Desde que nací viví ahí y dejarlo de
un día para otro... Dejamos gallinas y todo en las casas.
Esa gente (sicarios) salió de un
rancho que se llama Sierrita de Germán, ahí cerca, pero cuando se
trataba de un jale subía gente de Sinaloa.
Pedro dice que es diferente sobrevivir
aquí que cuando vivían allá en su hogar porque no se preocupaban
por nada.
“Si no teníamos con qué comer,
conseguíamos, es muy diferente. En el monte se consigue comida, pero
aquí no”, manifiesta.
Esta es una historia que se repite por
miles en los altos de Sinaloa, donde la vida ya no es igual que
antes.
Carlos también salió huyendo de San
José de los Hornos, en Sinaloa de Leyva.
“Nos vinimos porque llegó una gente,
nos quitó todo lo que teníamos, nos quemaron las casas y nos
tuvimos que salir de ahí”, lamenta.
Antes tenía un abarrote y una
vulcanizadora, negocios con los que mantenía a su familia, pero
ahora debe vivir en una casa prestada en Guamúchil junto con su
familia y sin trabajo. Todo se quedó en el rancho donde antes vivían
60 familias. Ahora es un pueblo “fantasma”.
“Queremos buscar empleo acá y si nos
apoya el gobierno que quite a esa gente, pues nos regresamos, si no,
qué vamos a hacer”, expresa.
Hombres, mujeres, niños y adultos
mayores viven ahora una pesadilla al ser desplazados por los grupos
criminales.
El detonador
Leonel Aguirre Meza, presidente de la
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos, expresa que
históricamente han habido desplazados de los altos, pero lo que pasó
ahora es que explotó en forma masiva por el recrudecimiento de la
violencia y la lucha de los narcos por el control de la zona serrana.
“La violencia fue el detonador para
que en forma masiva se desplazara la gente hacia las zonas urbanas y
lo cierto es que ninguna autoridad estaba preparada para esta
explosión”, asegura.
El ombudsman considera este caso como
muy delicado y preocupante porque aparte, en las ciudades no tienen
las condiciones necesarias para que les respeten sus derechos a la
vivienda, educación, salud y trabajo.
“Siempre ha habido abandono, miseria,
falta de políticas públicas, es un rezago histórico. Lo ideal
fuera que el gobierno creara las condiciones para que la gente se
quede allá, pero evidentemente no puede, el Estado está totalmente
rebasado”, expone.
Pero además, indica, la gente se está
viniendo a sufrir en las ciudades una miseria terrible, por lo que
ocupan una atención integral y urgente, no sólo una despensa.
Óscar Loza Ochoa, ex presidente de la
CDDH y actual comisionado de enlace con instituciones
gubernamentales, dice que en Sinaloa hay zonas de exclusión donde
los grupos armados se han adueñado de las comunidades.
“Los grupos criminales han reclamado
para ellos los territorios donde realizan sus actividades delictivas
y hacen presión para que la gente se salga y esa presión va desde
la amenaza, hasta el cumplimiento de esas amenazas, que es matar a
las personas, como ya ha sucedido”, agrega.
El Subsecretario de Desarrollo Social y
Humano del Gobierno del Estado, Gómer Monárrez Lara, asegura que
están atendiendo desde hace dos meses las necesidades de los
desplazados, aunque aclara que desconoce si hay condiciones de
seguridad para el regreso de las familias a sus hogares.
“Sí ha habido casos de familias que
se han regresado sin la aprobación de nosotros. En el caso de la
violencia no hemos dado la aprobación de regresar a ciertas
comunidades. En algunos casos lo quisieron hacer por su cuenta y ahí
no pudimos actuar”, dice en referencia a una familia que fue
asesinada el 17 de junio en San José de los Hornos, cuando regresó
por sus pertenencias. Tres días después mataron a otros dos.
Asevera que el Gobierno estatal ya está
gestando un programa integral para la sierra, aunque no dijo en qué
consistiría ni cuándo estaría listo.
El especialista en economía, Carmelo
Galindo López, dice que la seguridad se resuelve después de que el
Estado cumple con sus tareas, que no se corrompe, que equilibra el
gasto público y que está al pendiente de cualquier problema de
descomposición social o crisis en gestación.
“El Estado, sea federal o estatal, no
debe escudarse en la frase trillada de que la sierra está controlada
por el narco. Es una forma cruel de no aceptar su responsabilidad
para mandarle al menos 5 mil millones de pesos anuales (del
presupuesto) para que los municipios de la sierra construyan presas,
invernaderos, caminos, hospitales regionales, escuelas agropecuarias
y transportes”, considera.
Proponen fondo de $250 millones
La crisis en los altos llevó a la CDDH
a presentar el 17 de mayo al Gobernador Mario López Valdez y al
Congreso una recomendación para que se atendiera el problema social
de los desplazados por la violencia.
También pidió que el Mandatario
solicite al Congreso del Estado un fondo especial de 250 millones de
pesos para atender la sobrevivencia de las víctimas de la sierra.
Además, demandó la presentación de
un plan emergente y otro de retorno de los desplazados.
“Se recomienda al C. Mario López
Valdez, en su calidad de Gobernador del Estado, que ante la
emergencia que viven al menos 11 estados del país por el problema de
los desplazados, en atención a los protocolos y convenios de Ginebra
en situación de conflictos armados prolongados, plantee al Ejecutivo
federal solicitar a la Cruz Roja Internacional su apoyo en asistencia
humanitaria para los desplazados”, solicitó.
Sin embargo, hasta la fecha no han
tenido respuesta.
Mientras los tres niveles de gobierno
establecen algunos esquemas de apoyo a cuenta gotas para los
desplazados, la sierra sinaloense continúa en manos del crimen
organizado, sin que haya esperanzas a corto plazo de que las víctimas
puedan regresar con seguridad a sus hogares.
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Nacen los grandes capos
En la sierra sinaloense, principalmente
en Badiraguato, se “amasaron” los grandes capos de la droga de
México como Eduardo Fernández y Pedro Avilés Pérez, quienes
fueron la primera generación de los grandes traficantes. Le
siguieron Ernesto Fonseca Carrillo, Rafael Caro Quintero, Miguel
Ángel Félix Gallardo, Manuel Salcido Uzeta, Amado y Vicente
Carrillo Fuentes, los hermanos Arellano Félix, Ismael “El Mayo”
Zambada, Joaquín “El Chapo” Guzmán, así como los hermanos
Arturo, Héctor, Mario Alberto, Carlos y Alfredo Beltrán Leyva,
entre otros.
Con ellos nacieron también los
“narcocorridos” que exaltaban la violencia, el tráfico de
drogas, la muerte y los “hombres valientes”.
Es este cáncer social del narcotráfico
el que contaminó a la sociedad sinaloense, corrompiendo a los
gobiernos locales, estatales y federales para mantener el control del
tráfico de estupefacientes. A partir de ahí también surgió la
“narcoeconomía” o “lavado” de dinero, haciendo crecer a
muchas empresas ligadas a los capos.
Recuadro
Pueblos 'fantasmas'
Noroeste publicó un informe de la
Secretaría de Seguridad Pública entregado al Congreso del Estado,
donde se indica que suman 76 comunidades cuyos habitantes han huido
por enfrentamientos entre grupos rivales del crimen.
En Sinaloa
Hay entre 25 mil y 30 mil desplazados
por la violencia y la pobreza, aunque el Gobierno del Estado sólo
reconoce cerca de 5 mil.
En México
Al menos 230 mil mexicanos han sido
obligados a dejar sus hogares para escapar de los enfrentamientos
armados. México es uno de los cinco países con mayor número de
desplazados por la violencia en América Latina durante 2010.
Fuente: CDDH
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