martes, 24 de julio de 2012



La sierra en Sinaloa

Fábrica de pobres y narcos

Hay un grito desesperado en los altos por el abandono en que se encuentran; explota crisis por la violencia; estiman que hay entre 25 mil y 30 mil desplazados por los grupos armados; el Gobierno estatal dice que sólo tiene registrados cerca de 5 mil

Guillermo Gallardo
Primera de dos partes
(Publicado en el periódico Noroeste)

La sierra ya no aguanta más... Hay un grito desesperado por la pobreza, la marginación, la violencia extrema, el narcotráfico y el abandono en que la han tenido históricamente los gobiernos.
La crisis social en los altos de Sinaloa ya ha empezado a explotar con los miles de desplazados de diversas comunidades rurales que prefieren huir del hambre y de los grupos criminales que controlan esas zonas y se disputan las plazas.
El Estado simplemente fue rebasado por el crimen organizado.
Los altos de Sinaloa comprenden las regiones de Choix, El Fuerte, Sinaloa, Mocorito, Badiraguato, Culiacán, Cosalá, San Ignacio, Concordia, Mazatlán y El Rosario, las cuales comprenden el 54 por ciento del territorio estatal.
Pero el crecimiento poblacional ha sido mínimo en estas zonas altas debido a la emigración de sus habitantes. En algunos municipios, incluso, han disminuido el número de habitantes por causas de la pobreza y la violencia.
En contrapartida, actualmente en la sierra sinaloense sobreviven 750 mil habitantes, algunos de los cuales se dedican al cultivo de mariguana y amapola, otros a la agricultura lícita de temporal, a la ganadería, a la minería, comercio y a las actividades forestales.
El turismo es una actividad incipiente que no ha podido repuntar por la inseguridad y la falta de vías de comunicación.
De acuerdo con un estudio socioeconómico realizado por la agrupación Movimiento de la Sierra, prevalece una baja productividad por la escasa infraestructura y tecnología.
Los gobiernos se han dedicado básicamente a apoyar a las localidades de la costa, de las cuales, cinco municipios detentan el 83.3 por ciento de la riqueza estatal, siendo Culiacán y Navolato los que generan el 42 por ciento, Mazatlán el 17.8 por ciento, Ahome el 14.4 por ciento y Guasave el 9.1 por ciento.
Sin embargo, contrasta con los municipios serranos, que junto con Angostura tienen menos del 20 por ciento.
En cuanto al PIB per cápita, el promedio nacional es de 7 mil 107 dólares y el estatal, de 5 mil 874 dólares.
Sin embargo, en Badiraguato, Choix, Sinaloa y Mocorito sólo llegan a los 2 mil 937 dólares.
“Evidentemente (en la sierra) predominan la pobreza, la marginación, la migración, la inseguridad e injusticia, el desempleo y la precariedad, la contaminación y la destrucción de los recursos naturales, la inexistencia de mercados regionales, la destrucción del tejido social por la violencia y deficientes vías de comunicación”, concluye el estudio de un grupo de especialistas y universitarios.
Actualmente la desocupación en la sierra alcanza el 60 por ciento de la población económicamente activa, lo que genera un “cultivo” permanente para que las personas busquen sustento en actividades ilícitas.
A pesar de esta situación que ya se convirtió en crisis, el Plan Estatal de Desarrollo de Mario López Valdez no establece un apartado especial para los altos ni señala programa integral alguno que detone la economía serrana.
El PED sólo hace alusión a la actividad minera, la cual, dice, es importante no sólo porque genera mayor derrama económica..., sino porque crea empleos y desarrollo socioeconómico en la sierra de Sinaloa.
También, expone, es necesaria una red de caminos suficientes y adecuada para el transporte de minerales en las zonas de explotación.
En sus metas, el plan de Malova se compromete a lograr la instalación de 14 plantas para la pequeña, mediana y gran minería, además de 20 microplantas.
Juan Guerra Ochoa, Secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca del Estado, aseguró que sí tienen una política agropecuaria para los altos.
“Ya arrancamos una política para los altos y que va a madurar en proyectos que incluyen hortalizas, berrys, frutales, aguacate, café y duraznos”, aseveró.
Sin embargo, a la fecha son casi nulos los resultados obtenidos en términos globales por el Gobierno estatal, quien sólo ha realizado acciones aisladas.
Como ejemplo del atraso está Badiraguato, el cual, según el INEGI, forma parte de los 200 municipios con mayor pobreza en el país, lo que se traduce en graves problemas de marginación.
Ángel Robles Bañuelos, Alcalde de este municipio, cuna de narcotraficantes, advirtió del problema de pobreza en que se encuentran sus habitantes desde la presentación del Plan Municipal de Desarrollo.
"Badiraguato lo está sufriendo en todas sus dimensiones, repito, aún cuando sus rezagos son inmensos, este año el factor poblacional nos lastimó en la cuantía de las participaciones y fondos federales, ya que según el censo de población y vivienda 2010 de INEGI, nuestra población disminuyó de 32 mil 695 a 29 mil 999", subrayó a mediados de 2011.

El lamento de los cerros

El investigador Carmelo Galindo López, dirigente del Movimiento de la Sierra, afirmó que en los altos jamás han existido inversiones generadoras de desarrollo, empleo e ingreso que permitan a la gente vivir decorosamente.
“La sierra se ha transformado en una fábrica de problemas sociales; la gente ya no tiene para comer, el ganado se está malbaratando por faltas de alimento y agua y los tres niveles de gobierno no incentivan la creación de empleo e ingresos, ni se invierte en infraestructura indispensable para la producción”, subraya el economista.
El investigador indica que los grupos vulnerables de la sierra viven una marginación mayor que en los valles y centros urbanos y que ha sido totalmente ignorada por la política económica y los proyectos de desarrollo urbano y comunicaciones.
Propuso la creación de una Ley Estatal para el Desarrollo de la Sierra porque hasta el momento sólo se ha beneficiado a los vales.
“La sierra adolece de un plan que permita aprovechar sus recursos naturales y humanos en forma sustentable. Casi no aparece en los planes de desarrollo estatal”, asegura.
Los pobladores de la sierra, indica, aspiran a la igualdad de trato en lo que se refiere al gasto público.
Es necesaria, agrega, la creación de una comisión para el desarrollo sustentable y un comité para el empleo y el arraigo en la sierra.
Los desplazados de los últimos meses, asegura, son la “punta del iceberg” ya que las cosas pueden empeorar.
“Movimiento de la Sierra lo pronosticó hace tiempo, pero no se nos quiso escuchar ni entender... nos ignoraron”, indica.

Detona la violencia

El desplazamiento de habitantes de la sierra hacia las zonas urbanas se ha dado de manera histórica debido a la falta de oportunidades de empleo y a la pobreza imperante en estas zonas.
Pero la situación se agravó debido al recrudecimiento de la violencia y a la disputa de los territorios por parte de los cárteles de la droga.
El detonante se dio a partir del 28 de abril cuando grupos armados se enfrentaron en Choix dejando una estela de sangre.
Se habla de que en los tiroteos murieron alrededor de 27 personas. El Ejército entró a la zona y se enfrentó a grupos armados.
Estas acciones afectaron a comunidades de El Potrero de Los Fierro, El Pichol, Yecorato, San Simón, Las Tatemas y Bacayopa, del municipio de Choix.
Otros grupos armados agudizaron la violencia en Sinaloa de Leyva, Mocorito, Badiraguato, Cosalá, San Ignacio y Concordia.
Estas gavillas y sicarios del narco acosaron, asaltaron, robaron, amenazaron y mataron a pobladores de diversas comunidades, lo que obligó a miles de personas a iniciar el éxodo hacia la costa.
De acuerdo con datos de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos, han huido de la sierra debido a la violencia, entre 25 mil y 30 mil personas.
Tan sólo en Concordia, detalla un análisis de la CDDH, el Alcalde Eligio Medina Ríos, calcula que a esa cabecera municipal llegaron cerca de 3 mil personas huyendo de la inseguridad, cifra que corresponde al 10 por ciento de la población total.
Saúl Rubio Ayala, Alcalde de Sinaloa de Leyva, reconoció que hay cerca de 500 desplazados en la cabecera de su municipio y que otros se encuentran refugiados en Surutato, Badiraguato, y en Mocorito.
El problema de la violencia se extiende al menos por las comunidades de Ocorahui, San José de los Hornos, La Joya de los Martínez, Los Laureles, La Manzana, El Puerto del Golpe, Los Alamillos, El Pilar, Metatitos, El Potrero de Bernal, Los Naranjos, Casas Grandes y La Cantera.
El 2 y 3 de mayo, el Presidente de Mazatlán, Alejandro Higuera, reconoció que al puerto arribaron alrededor de 2 mil 500 familias (alrededor de 12 mil personas), situación que rebasa las posibilidades del Ayuntamiento.
Otros más llegaron a Culiacán procedentes de las comunidades de El Pozo, San Cayetano, Tepehuajes y Tecomate, sindicatura de Tepuche, pero además arribaron algunos de Sinaloa de Leyva y Badiraguato.
A pesar de esto, el Gobierno estatal sólo reconoce que hay alrededor de mil 147 familias de desplazados, es decir, poco más de 5 mil personas.
Ante el “grito” de los desplazados, el mismo Gobernador Mario López Valdez, el 14 de mayo, visitó las comunidades de los desplazados en los municipios de Concordia, Badiraguato y Choix.
Ahí prometió apoyo, sin embargo, la ayuda ha fluido lenta, pues hasta la semana pasada sólo habían recibido “mejoralitos”, sin resolverles el problema de fondo que es vivienda, salud, educación y empleo.
El martes 3 de julio los gobiernos federal, estatal y municipal instalaron mesas en la plazuela Rosales, en Culiacán, para hacer un padrón de las necesidades de desplazados, pero las víctimas aún claman por despensas y principalmente por tener un lugar donde vivir y trabajo para mantenerse.
El clamor de la sierra sigue siendo el mismo, pues no hay una estrategia global que atienda el problema de fondo, que es generar desarrollo y seguridad en sus lugares de origen para que no tengan la necesidad de huir dejando atrás toda una vida.

Urge iniciar proceso de pacificación

A la par del combate a las gavillas y al narcotráfico, a los gobiernos federal, estatal y municipales les corresponde iniciar un proceso de pacificación a través de inversiones públicas construyendo presas, carreteras, hospitales, escuelas secundarias, preparatorias y profesionales, así como programas de apoyo para aquellas personas en extrema pobreza.
“Lo que vemos ahora en la sierra con desplazados, robos y otras expresiones del delito, es una consecuencia del abandono histórico porque no hay empleo, no hay dinero ni alimentos, no hay estructura de seguridad pública”, afirma Galindo López.
Cuando se haya logrado esa inversión y establecido fuentes de empleo para la mayoría de los pobladores, entonces volverá la seguridad y las personas de los valles querrán visitar la sierra y dejar derrama económica a través del turismo ecológico.
Si en la sierra hubiera empleo suficiente, inversión, alimentos, servicios de salud, justicia y educación, y si contara con agua, incentivos para la ganadería y mercados donde vender los productos, la paz llegaría muy pronto. Entonces, la zona de los altos sería un detonador de la economía sinaloense, en lugar de una fábrica de pobres y narcos.


SIDE BAR
El narco, freno al desarrollo

Los orígenes de la siembra de estupefacientes en Sinaloa data de los años 20-30 del Siglo pasado cuando se establecieron en Sinaloa inmigrantes asiáticos, principalmente chinos, los cuales trajeron el cultivo de la amapola de donde se sacan drogas como el opio, la morfina y la heroína.
Los chinos fueron expulsados del país en los años 30, pero fue hasta la Segunda Guerra Mundial cuando se inicia aquí la siembra masiva de mariguana y amapola, luego de que se interrumpiera el comercio de drogas hacia Estados Unidos por parte de los pueblos del lejano oriente.
Las mafias internacionales encontraron en los altos de Culiacán y Badiraguato el clima idóneo para el cultivo de drogas, aliándose con traficantes mexicanos a los que en un principio se les llamó “gomeros”.
Estos narcotraficantes lograron amasar grandes fortunas controlando el “triángulo dorado” conformado por las colindancias de los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango.
Ya para la época de 1970 estos grupos controlaban toda la sierra sinaloense, llegando a frenar el desarrollo de estos pueblos.
Los gobiernos estatales y federales abandonaron a su suerte a estas comunidades que han sido presas de grupos armados que controlan los caminos y accesos a los altos.
Fue en el Gobierno de Alfonso G. Calderón cuando se estableció un plan más articulado para comunicar la sierra con el valle y llevar satisfactores, pero no se siguió.
En la administración de Jesús Aguilar Padilla se anunció un programa denominado “Rescate de la Sierra”, pero no logró el objetivo principal de “rescatar” a los pueblos de la mano del narco y de la pobreza. Al final resultó todo un fracaso.
Hoy los municipios serranos siguen en el olvido, y lo peor de todo, bajo la amenaza de grupos armados que se adueñaron del territorio.

Recuadro
Desplazados
Es una masa de personas que abandona involuntariamente su lugar de origen, dejando atrás raíces, su espacio social, trabajo y patrimonio. Son obligados a dejar su tierra por situaciones de violencia o pobreza.
Fuente: CDDH

Aumenta pobreza en Sinaloa
De 2008 a 2010 el porcentaje de población en situación de pobreza en Sinaloa aumentó de 32.5 a 36.5, y la pobreza extrema subió de 4.5 a 5.1 por ciento.
En 2010 los municipios con mayor porcentaje de pobreza fueron los municipios serranos de Choix, Badiraguato, Cosalá, Sinaloa y San Ignacio.

Los más pobres
Choix tiene un 79.1 por ciento de población en pobreza, le sigue Badiraguato con el 74.8, Cosalá con el 66.1, Sinaloa con el 63 y San Ignacio con 61.3 por ciento.
Fuente: Coneval

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